Recientemente la Comisión Europea ha planteado, en su nueva taxonomía del sector energético, considerar la energía nuclear como verde para poder cumplir con el objetivo de cero emisiones. Mientras algunos países como Francia (de los mayores productores del mundo de electricidad mediante energía nuclear) han aceptado la propuesta, otros países (como España) la han rechazado contundentemente. Pero, ¿cuál es la alternativa?
Países pro nuclear y países en contra de la nuclear
En el propio seno de la Comisión Europea existen ambas posturas. Por un lado, Francia quiere seguir usando sus centrales nucleares. Por el otro, la Agencia Alemana de Energía (DENA) ha publicado un escenario a largo plazo para obtener el 80% de la electricidad mediante a las energías renovables para 2050. Pero, ¿qué pasa cuando esta falle? Para este supuesto, el país germano tendría que dejar un respaldo de generación de 61 GW con combustibles fósiles (petróleo y gas natural), así que para entonces sólo podrían reducir la capacidad de las plantas convencionales en un 37%. Estas plantas no podrían quedarse «apagadas» esperando a que las renovables no tuviesen suficiente generación, sino que tendrían que estar en funcionamiento para poder disponer de esa energía cuando fuera necesario (es físicamente imposible encender en unos pocos segundos una planta de ese calibre).
Las energías renovables no se pueden almacenar
Por lo pronto, parece que la energía fotovoltaica o la eólica no son una alternativa real a las centrales térmicas, pues estas necesitarían una fuente de generación alternativa que funcione de respaldo cuando no haya ni sol ni viento. Y es que actualmente no existen baterías que sean capaces de almacenar -de manera eficiente- este excedente de energía para cuando sea necesario.
La forma más común de almacenar los excedentes de energía generada por estas dos fuentes (recordemos que tenemos un problema, pues no siempre la demanda se corresponde con la oferta) es acumulando agua en presas y usando energía hidroeléctrica posteriormente cuando sea necesaria. Pero estas centrales son caras de construir, tienen un gran impacto medioambiental, y no son nada eficientes (el 25% de la energía se pierde).
Las energías renovables también tienen un impacto medioambiental notable
Una turbina offshore lleva unas 67 toneladas de cobre, que se reparten en el generador, la caja de engranajes, los transformadores y todos los cables que recorren una turbina. Para poder extraer esta cantidad de cobre, hay que mover 50.000 toneladas de piedra y tierra (unas 5 veces el peso de La Torre Eiffel).
Una de las mayores minas de cobre del mundo está en Chile (Los Pelambres). Esta tiene un cráter de unos 3.600 m y de ella se extrae el 2% del cobre que se utiliza mundialmente.
Este proceso necesita cantidades ingentes de agua y electricidad. Es tanta, que en esta mina han construido una central hidroeléctrica para poder hacer funcionar la mina con todos sus proceso extractivos.
Además de cobre, muchas de las turbinas también usan algunas tierras raras que tienen un alto coste extracción, como el neodimio, por ejemplo. Para extraer 1 tonelada de este material se necesitan emitir 77 t de CO2 (en comparación con la obtención de 1 t de acero, que «solo» emite 1,9 t de CO2).
Para el caso de los parques eólicos, el impacto visual es bastante evidente. En su momento también escribí sobre los costes reales de la nuclear vs. las renovables.
La energía nuclear como alternativa y como generación de respaldo
En Francia, la energía nuclear supone el 75% de la generación eléctrica del país, mientras que en Suiza supone el 40%. Como comentábamos al principio de la entrada, Alemania se quiere deshacer de ella. Pero es que países en crecimiento como China e India necesitan cada vez más energía, y desgraciadamente se están apoyando en centrales eléctrica de carbón.
Podríamos tomar como ejemplo a Francia con su plan rápido de construcción de centrales nucleares (10-15 años) después de la Segunda Guerra Mundial, y construir los nuevos reactores modulares pequeños, que no son otras cosa que pequeños reactores nucleares modulares que podrían instalarse en zonas remotas con unos tiempos más rápidos de construcción y una inversión mucho más baja que las centrales nucleares convencionales.
Conclusión
Personalmente no estoy en contra de las energías renovables. Ni mucho menos. Pero sí debemos pensar si el plan que tenemos hecho a 50 años vista son viables o si no son viables. Y parece que, por ahora, con la tecnología que tenemos, no lo son.
Por supuesto que la energía nuclear tiene sus inconvenientes, como lo son el coste y los largos plazo de de construcción de estas centrales o qué hacemos con los residuos nucleares, pero se trata de ser realistas y de poner en una balanza el binomio riesgo/beneficio para darnos cuenta que vamos tarde, que el cambio climático está ahí, y que todo lo que hagamos va a afectar a la vida del planeta. Así que hay que elegir la opción menos mala de todas, y un escenario en el que nos apoyemos de todas las tecnologías de generación de las que disponemos es muy deseable.
El cambio climático es cada vez más evidente, y debemos actuar ya y de manera contundente. Solo con las energías renovables no seremos capaces de conseguir dichos objetivos, así que debemos apoyarnos en la energía nuclear y en sus avances.