Este es un artículo que publiqué en Medium en 2017 y que he querido volver a publicarlo por aquí por lo actual que sigue estando el tema. Parece que con la crisis sanitaria mundial y más de medio mundo confinado en sus casas, la calidad del aire ha mejorado considerablemente. Lo que hace preguntarnos si estamos haciendo suficiente para frenar esta otra «pandemia» que es la contaminación.

A principios de noviembre saltaron las alarmas en La India debido a la contaminación ambiental acumulada en la ciudad de Nueva Delhi. Era tal el nivel de polución, que el gobierno tomó la decisión de cerrar 4.000 escuelas durante una semana.

En algunas partes de la ciudad, los niveles de PM2.5 (partículas menores a 2.5 micras) suspendidas en la atmósfera alcanzaron más de 1.200 microgramos por metro cúbico (el máximo recomendado por la EPA es de 35 mcg en 24 horas), originando una situación potencialmente peligrosa para la salud. Tanto, que los científicos estiman que estas partículas han matado millones de personas en todo el mundo.

Pero, ¿cuál es el origen de esta contaminación en Nueva Delhi?

Parece ser que la mayor parte de la contaminación no proviene de la misma ciudad. Al contrario, esta se origina en las zonas rurales, donde se hacen quemas en los cultivos para prepararlos y plantar trigo donde antes había arroz. En la imagen que se muestra a continuación se puede apreciar la nube de humo que viaja desde las zonas rurales de Punjab hasta Nueva Delhi.

Los puntos rojos indican aproximadamente el origen de los fuegos en los cultivos. Fuente: NASA

Obviamente no toda la contaminación proviene de estas zonas. A esto se le unen las emisiones producidas por la construcción en la ciudad, los vehículos y los fuegos que hace la gente más pobre para cocinar y mantenerse calientes en invierno.

Sin embargo, el gobierno indio lo tiene complicado. Estamos hablando de un país en crecimiento, que por lo tanto consumirá cada vez más energía, y que con el aumento de la población y la mejora de su nivel adquisitivo demandarán nuevas casas, más vehículos y, por tanto, más polución.

Por otro lado, los agricultores se niegan a dejar de realizar las quemas, pues es una forma eficiente y barata de preparar sus cultivos. En un país con una gran componente rural como es India, el gobierno no puede arriesgarse a ponerse en contra de sus propios campesinos.

¿Y en España? ¿Es mejor la situación?

Sería hipócrita si dijera que no gozamos de una mejor situación. Sin embargo, tampoco estamos tan bien, a juzgar por los últimos protocolos de contaminación que ha tenido que activar el ayuntamiento de Madrid, tratando de paliar los altos niveles de polución que afectan a la ciudad. En la capital de España se han llegado a registrar niveles de hasta 400 mcg, siendo el máximo de 180 mcg para que comiencen a activarse los protocolos.

Según el mapa interactivo de la Agencia Europea de Medio Ambiente, la calidad del aire en España es sustancialmente peor que la del resto de Europa.

Mapa de los niveles de contaminación en las ciudades Europeas. Fuente: European Air Quality Index

¿Y los orígenes de esta contaminación?

En España no se queman cultivos, ni hay una tradición de que las clases más bajas calienten la comida con carbón como para que esto afecten a la calidad del aire. Pues bien, lo cierto es que Madrid presenta unos altos niveles de NO2 (dióxido de nitrógeno), el cual se forma en las plantas eléctricas alimentadas por combustibles fósiles, las calderas utilizadas para calefacción y la combustión de los vehículos motorizados, sobre todo en los coches diesel.

Entonces, ¿cuáles son las medidas que hay que tomar?

El ayuntamiento de Madrid está tomando una serie de medidas en materia de regulación del tráfico en zonas urbanas, creando una oposición a estas medidas en una parte de la población. Es cierto que los ciudadanos solemos quejarnos cuando nos afectan a nuestros hábitos, pero estos protocolos son realmente necesarios, aunque en muchas ocasiones no suficientes.

De hecho, hay otras ciudades europeas que han tomado medidas similares, como la Congestion tax de Londres, o el estreno de etiquetas de vehículos contaminantes del Ayuntamiento de París, el cual además pretende prohibir la circulación de coches diesel a partir de 2025, pues son más contaminantes que el resto.

Pero no sólo con restricciones al tráfico se resolverá el problema. Además, es importante tomar otro tipo de medidas estratégicas para atacar al problema de raíz:

  1. Incentivación del vehículo eléctrico. O aquellos que contaminen menos, mediante tasas impositivas en el resto de los vehículos o, lo que es mejor, mediante ventajas impositivas para que la gente se decante por este tipo de vehículos.
  2. Fomento del transporte público. Para ello, es necesario hacerlo más atractivo a los ciudadanos y que sea rentable, tanto para las administraciones que los gestionan, como para los usuarios que los utilizarían.
  3. Fomentar el uso de la bicicleta. Hay otros países europeos, como Amsterdam, que han logrado, gracias a un planteamiento urbanístico y a la presión de la sociedad, lograr que los ciudadanos utilicen este medio de transporte.
  4. Mejora de la tecnología para que el sistema de control sea más eficiente y más barato. La ciudad de Londres, por ejemplo, utiliza una red de cámaras dotadas con escáneres que detectan los vehículos que no han pagado la tasa para acceder a la zona. De esta manera será más barato y eficiente el control y gestión de los protocolos.
  5. Incentivar, por supuesto, alternativas a los combustibles fósiles para la generación de energía. Estas medidas deben venir por parte de los gobiernos centrales.

Como explican algunos estudios (aunque aún no está del todo claro), la reducción de la velocidad de circulación de los coches en el centro de las ciudades puede no ser la medida definitiva para acabar con la contaminación, pero sí lo es el limitar la cantidad de estos en algunas zonas céntricas de las urbes. Así, ciudades como Madrid siguen tratando de proteger la salud de su población y de cumplir con los acuerdos establecidos con la Unión Europea en materia ambiental. Mientras, otros y otras, seguirán quejándose.


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