
Este artículo que pongo a continuación es una publicación que hice hace unos años en el blog de NoSoloIngeniería. Un proyecto de unos amigos de la carrera en el que participaba de vez en cuando. He tratado de ponerlo tal cual, aunque no me he podido resistir a editarlo ligeramente. Se trata de la famosa leyenda del bolígrafo especial que, según algunas historias, tuvo que desarrollar la NASA para que sus astronautas pudieran escribir en el espacio. Espero que te guste esta curiosa historia.
La leyenda
Muchos habrán escuchado la historia en la cual, en los apasionantes años de la carrera espacial que dio lugar en los años 60 entre rusos y americanos, las dos grandes potencias se enfrentaron al desarrollo de un bolígrafo especial. Este tenía que permitir a los astronautas escribir en gravedad cero y bajo las condiciones que se dan en el espacio exterior.
En estas leyendas se narra como los científicos de la NASA, cuando se percataron que los bolígrafos convencionales no eran aptos para escribir en el espacio, emplearon años de investigación y desarrollo, además de millones de dólares, para poder construir un bolígrafo que fuese capaz de escribir en condiciones de gravedad cero. Mientras, por su parte, los rusos emplearon simplemente un lápiz. Un escándalo, ¿verdad?
Lo que realmente pasó.
Muchas veces las cosas no pasaron tal y como se cuentan. Esta recurrida historia es contada habitualmente a modo de burla hacia los estadounidenses en clases de ingeniería y desarrollo del producto, viniendo a mostrar como moraleja que a veces las soluciones más simples son las más efectivas.
Lo cierto es que originalmente tanto los americanos como los rusos emplearon lápices de grafito sencillos. Lo que sí es verdad es que la NASA pensó en adquirir a Houston’s Tycam Engineering Manufacturing, Inc. 34 portaminas que le hubiesen costado 4.382,50$, lo que suponía 128,89$ por cada lápiz. Cuando estos gastos se hicieron públicos, la gente pensó que se trataba de un gasto frívolo y trataron de encontrar una solución más barata. A esto se le unía el peligro que suponían las minas rotas deambulando por la cabina espacial, que podían afectar a la seguridad de los astronautas así como a los circuitos eléctricos y equipos electrónicos. Además, la NASA prohibió la madera del lápiz en el interior de las naves espaciales después del incendio del Apolo 1 en 1967, al ser este un material inflamable.
Paul C. Fisher y su compañía, la Fisher Pen Company gastaron 1 millón de dolares para crear lo que pasó a denominarse como el bolígrafo del espacio. Sin embargo, ni un dólar provino del presupuesto de la NASA. La agencia espacial solo se vio involucrada en el proyecto una vez que el bolígrafo era una realidad. En 1965, Fisher patentó un lápiz que podía escribir en cualquier ángulo y en gravedad cero, en prácticamente cualquier superficie, incluida cristal y en un rango de temperaturas que iban desde los -50ºC hasta más de 200ºC. El mismo año, el inventor estadounidense ofreció el bolígrafo AG-7 “Anti-Gravedad” a la agencia espacial, pero debido a los fallos de los primeros portaminas, esta estaba muy reticente para incorporarlos a su equipo. Sin embargo, tras unos rigurosos test, la agencia decidió comenzar a usarlo en sus vuelos espaciales a inicios de 1967.
Los informes de prensa indican que se compraron 400 bolígrafos a un precio de 6$ por unidad para el proyecto del Apolo y que la Unión Soviética compró también 100 unidades y 1000 cartuchos de tinta en 1969 para su uso en la nave espacial Soyuz.
El funcionamiento del bolígrafo era el siguiente: el cartucho se encontraba a presión con nitrógeno a 35 psi (241,3 kPa), que era la encargada de empujar la tinta hacia la bola de carburo de Tungsteno (o también llamado carburo de Wolframio) en la punta, con lo que se podía escribir incluso boca abajo. La tinta empleada también era diferente a las convencionales, esta se mantenía en estado sólido hasta que el movimiento del bolígrafo la convirtiera en fluido.
Tú también puedes comprar el «famoso» bolígrafo
Desde entonces, tanto los astronautas americanos como los rusos han seguido empleado sus productos y Fisher ha creado una línea completa de bolígrafos del espacio. Sin embargo, no es necesario ir al espacio para hacer uso de uno de estos, pues a un módico precio de 50 € se pueden adquirir en Amazon.
No obstante, parece ser que no hacen falta realmente estos bolígrafos para poder escribir en el espacio. El hoy día Ministro Pedro Duque ha escrito sobre este fenómeno, diciendo que es suficiente con un bolígrafo normal para poder escribir.
En definitiva, no fue ni la agencia espacial rusa ni la americana quien dio con la mejor solución al problema, sino que fue una empresa privada y una gran idea, desmontando el mito que muchas veces se cuenta de cómo los rusos batieron a los americanos con el método más simple que se podía imaginar.
Por otro lado, y como dice el ministro español:
“A veces prever demasiado las cosas impide hacer intentos y por lo tanto las cosas se construyen más complicadas”.
Este artículo fue publicado originalmente en mi perfil de Medium.